Me siento como si hubiera tomado la
pócima empequeñecedora de Alicia en el País de las Maravillas, o tal vez le
hubiera propinado un mordisco con ganas a la manzana de Blancanieves. Sea como
sea, esto es el mundo real. Aquí no hay cuentos que finalizan con los protagonistas
comiendo perdices; aquí hay 3x2 y ofertas, y problemas para llegar a fin de
mes. Probablemente, si los siete enanitos viviesen estos tiempos que corren, no
podrían cantar en fila mientras terminan una jornada de trabajo; porque, lo más
seguro, es que formasen parte de otra cola, la del paro. Ni Gepetto, habría
creado a Pinocho; ni Cenicienta calzaría zapatos de cristal, la historia sería
distinta con zapatos de mercadillo. Heydi no podría corretear por los valles
que están siendo víctimas de talas masivas e incendios provocados, ni la
Sirenita podría surcar los mares sorteando la basura y los líquidos nocivos que
se vierten a los océanos. A los niños de hoy en día ya no se les asusta con el
''que viene el coco'', ni les afectaría el fin de la serie de Doraemon; no.
Hoy, lo que más les preocupa es tener el móvil bien cargadito y con cobertura
para poder mandar ''What'sapp'' a alguien a quien probablemente ni saludan por
la calle.
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